En un país donde todos opinamos de todo, todavía hay voces que deben cortar calles para ser escuchadas... pero parece que ni así lo logran. La protesta finalmente no es una solución, es más bien un desahogo.
Nadie de los que transitan las calles volviendo a sus casas o trasladándose hacia otros compromisos sabe de qué se trata, algunos hasta incluso parecen sentir miedo, ninguno pregunta, nadie quiere saber, no es asunto de ellos.
Los otros, sólos y unidos son "otra marcha".
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